Como se ha mencionado, la industria de la hospitalidad se distingue de las demás por la intangibilidad
que caracteriza a la prestación del servicio y que es inseparable de la persona que lo presta. De manera
que un aspecto crítico en la prestación del servicio es la forma en que los empleados proveen un
servicio, independientemente del servicio mismo; es decir la manera en la que establecen una relación
personal con el cliente, y la manera en que éste lo recibe, creándose así un vínculo de orden personal
que involucra aspectos humanos, sociales y éticos. Esta experiencia de interacción prestador-cliente
constituye un punto crucial en la satisfacción y lealtad de este último (Ekinci, 2001) (Ekinci, Dawes,
& Massey, 2008) (Kuo, 2007) (Liu, 2008) (Tornow & Wiley, 1991), ya que el éxito de la empresa
estriba en que el prestador del servicio se anticipe a las necesidades de los clientes (Schneider &
Bowen, 1993). Así, los estudios que toman como punto de partida las actividades hospitalarias se
enfocan en aspectos psicológicos, sociológicos, y culturales, principalmente, que sirven de marco a
los componentes materiales y que, en conjunto constituyen un ambiente hospitalario.
En las últimas dos décadas, algunos estudiosos (Pizam, 1999); (Reisinger & Turner, 1997);
(Robinson, 1999); (Ward, Bochner, & Furnham, 2001), han priorizado la variable de la perspectiva
psicológica y actitudinal como aspectos de gran trascendencia. Los estudios de psicología social
acerca de las situaciones hospitalarias son comunes y se centran en las actitudes que se producen
cuando el anfitrión presta un servicio al cliente y éste lo recibe, lo que conlleva un conjunto de factores
emocionales (Riley, 1996). Se conoce, por ejemplo, que la prestación de un servicio produce una
fuerte carga de estrés en los empleados (Bitner, Booms, & Mohr, 1994) ante la presión del contacto
continuo entre éstos y los clientes. Así también, el uso de la perspectiva cultural para entender el
intercambio entre un anfitrión y un huésped se ha sugerido como un buen método para incrementar
las prácticas operativas y la construcción de relaciones de largo plazo con los clientes (Lashley &
Morrison, 2000). No hay que olvidar que en el centro de las experiencias interculturales de los
intercambios se encuentra el aspecto emocional (Hottola, 2004). De ahí que los estudios del
comportamiento del empleado de contacto, con base en la tipología de la personalidad (Barrick &