Las ciudades de paso se definen por su ubicación estratégica en rutas que conectan grandes
centros urbanos o turísticos, facilitando el tránsito de viajeros (Catalano, 2019). Estas ciudades han
orientado su infraestructura económica hacia el visitante temporal mediante servicios como
hoteles, restaurantes y áreas de descanso (Andreu, 2004). Y han desarrollado atracciones diseñadas
para visitas breves, como centros comerciales o museos temáticos (Talavera & Moreno, 2021).
Históricamente relevantes como puntos de intercambio cultural y comercial, su modernización ha
sido impulsada por nuevas redes de transporte terrestre y aéreo (Gobierno de Mexico, 2022).
Algunas han reforzado su promoción turística para posicionarse como destinos en sí mismos,
destacando su oferta cultural y gastronómica, incluso en contextos como aeropuertos
internacionales, donde ofrecen servicios específicos para viajeros en escalas largas (Castillo &
Castaño, 2015).
Para Fernández (2006), las ciudades de paso se caracterizan por ser puntos de tránsito para
viajeros que se dirigen a un destino principal, aunque no siempre son el destino final. Estas ciudades
cuentan con una infraestructura de transporte diversa, como carreteras, estaciones de tren,
aeropuertos y servicios de alquiler de vehículos (González, 2007). Su oferta de servicios está
orientada a estadías cortas, proporcionando hoteles, restaurantes de comida rápida y tiendas de
conveniencia para satisfacer las necesidades rápidas de los viajeros (Pírez, 2013). Algunas de estas
ciudades pueden evolucionar para convertirse en destinos secundarios, aprovechando sus
características únicas o paisajes naturales para atraer a los turistas (Riquelme, Lazo, & Oyarce,
2021). Además, aunque no sean destinos primarios, las ciudades de paso ofrecen experiencias
locales únicas, como mercados tradicionales, platillos típicos y pequeñas atracciones culturales o
naturales (Carballo, Moreno, Leon, & Brent, 2015).
En cuanto al caso de estudio de la ciudad de Puebla como ciudad de paso, se justifica que
desde sus inicios en la época colonial funcionaba como punto de encuentro entre estas ciudades,
además de ser considerada como lugar fundamental para el dominio militar, debido a su ubicación
estratégica en el trayecto que conecta la Ciudad de México con el Puerto de Veracruz, situado al
este, en el Golfo de México. Por lo que viajeros y comerciantes procedentes de dichos destinos se
detenían a descansar (García, 2022) . Desde los años 1540 la mayor parte de tráfico de viajeros con
destino al sureste del país transitaba por la ciudad de Puebla, en donde los españoles encontraban
mejor abasto y mejores posadas (Rees, 1976). Evidentemente, esto la convirtió con el paso de los
años en un punto importante de intercambio comercial y cultural.
Actualmente, la ciudad de Puebla se consolida como un importante centro económico,
cultural y educativo en México. Su centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO en 1987, destaca por su arquitectura colonial y barroca, así como por su riqueza artesanal
y su activa vida turística (Cabrera & Pérez, 2023). En 2024, Puebla contaba con una población de
1,692,181 habitantes, lo que la posiciona como la quinta ciudad más poblada del país (Gobierno
del Estado de México, 2024). A nivel económico, ocupa el onceavo lugar nacional en producto
interno bruto (INEGI, 2023) y se distingue como el segundo mayor productor automotriz de