A los Yumbos, también se los conoce como brujos, en el sentido de que son una
especie de shamanes, quienes curan el espíritu de las personas, logrando que, encuentren
de nuevo paz y tranquilidad en ellos mismo, para que así puedan continuar con su diario
vivir, pues la sanación del alma es lo primordial en la vida, sobre todo para la población
de los Yumbos.
La palabra “Yumbo” según Salomón Frank en su aceptación moderna, es un término
genérico y más que ligeramente despectivo. Se aplica a cualquier miembro de cualquier
etnia tropical o selvática. Es más comúnmente usada para designar a la gente de la
montaña de la cuenca amazónica, particularmente los Quijos. En el moderno folklore
quichua de la sierra está asociada con la idea del “natur-mensch”, una persona feroz,
vanidosa, impulsiva, imperfectamente socializada y con cierto dominio de los poderes
mágicos. (Salomón, 1980, pág. 11).
La Yumbada de Cotocollao
La yumbada de Cotocollao, es una manifestación cultural muy antigua que aún se
desarrolla en el Distrito Metropolitano de Quito, específicamente en la parroquia de
Cotocollao, cada solsticio de verano en homenaje a las montañas.
Las ceremonias indígenas, han acompañado a los ancestros durante años, puesto
que su influencia y relación con la cosmovisión andina, ha logrado que los pueblos tengan
una relación de carácter íntimo con la pacha mama, o la madre naturaleza, por esa razón,
los rituales se los efectuaban en agradecimiento por todo lo recibido, tanto en productos
para su alimentación, o por haber logrado una buena siembra o cosecha en el año
calendario.
La Yumbada tiene un mito y éste se transforma en leyenda regulada por la vida, la moral
y el comportamiento social de las personas, así como sus niveles de conciencia: danza,
cantos, alucinaciones, persecuciones, cicatrices en luchas, peleas, flagelaciones, sueños,
etc. El mito de la yumbada se consolida en persecución, agonía, muerte, resurrección y
viceversa. (Simbaña, 2018, pág. 41).
La yumbada, es conocida como un ritual hacia las montañas, en donde danzan al
ritmo del pingullo y del tambor como elementos principales, entonado por el mamaco, un
personaje con una gran función dentro de esta manifestación cultural. Se conoce que
quienes integraban la yumbada solo podían ser de sangre pura, es decir yumbos nativos,
puesto que para ellos significaba pureza, además solo hombres eran parte de este ritual,
mientras que las mujeres eran quienes se encargaban de la confección de los trajes y de
vestir a cada yumbo.
Los yumbos danzan durante tres días, en la plaza central de Cotocollao,
empezando desde el viernes por la noche, y no parando de bailar hasta el siguiente día,
pues es un símbolo de respeto hacia la naturaleza. (Borja, 2019). Anteriormente este
ritual se extendía a lo largo de ocho días, donde una vez finalizada la matanza y la
despedida de los Yumbos, estos iban de casa en casa, días tras día agradeciendo, a las
comadronas o a las personas que habían aportado algo para la yumbada, sea alimentos,