La intención de pagar más por hacer Turismo Ecológico.
José Crespo
Kalpana no. 22 (julio -2022) (pp. 72-91)
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El género y el resto de las variables sociodemográficas comenzaron a ser
empleadas en relación con el consumo de productos ecológicos, en los años setenta
(Anderson y Cunningham, 1972). Estos autores señalaron que el consumidor que
denotaba una conciencia ambiental poseía elevada educación, alto estatus económico,
estaba por encima de los cuarenta años y era mujer. Posteriormente, esta forma de perfilar
a los consumidores y las formas de segmentación de estos, dieron paso al empleo de los
factores psicográficos con el objeto de conocer el perfil de los consumidores ecológicos
(Straughan y Roberts, 1999). Sin embargo, hay diversas épocas posteriores en las que los
aspectos sociodemográficos han vuelto a tener mayor vigencia y apogeo (Mostafa, 2007).
Desde los años setenta, el estudio de las variables sociales y demográficas, entre
las que se encuentra el género de los consumidores, no ha conseguido llegar a un consenso
definitivo sobre cómo influyen en los comportamientos de los consumidores. Siguiendo
a Stern et al. (1995), Donde aplica el modelo Valor-Creencia-Norma, los valores
biosféricos están fuertemente representados en el género femenino más que en el
masculino. No obstante, el estudio de Stern et al (1993), señalaba que eran las mujeres
por encima de los hombres las que tenían mayores valores en relación con los tres tipos
de valores los biosféricos, altruistas y egoístas, a pesar de ser claramente antagonistas.
Se encuentran diversas investigaciones que apuntan a que son las mujeres las que
muestran una mayor preocupación ambiental que los hombres (Anderson y Cunninghan,
1972). En el lado opuesto, Balderjahn (1988) señala que la relación entre las actitudes
ecológicamente conscientes y el empleo de productos no contaminantes son más fuertes
entre los hombres. Así como otros estudios señalan que no hay diferencia entre géneros
(Berenguer, Corraliza y Martin, 2005). Por lo no existe un consenso definitivo sobre esta
cuestión (Lee et al., 2013), y existen dudas sobre si son los valores prosociales o los
proambientales los determinantes (Stern Dietz, and Kalof ,1993).
De igual forma, las investigaciones en materia de género han tratado de analizar
la existencia de diferencias entre hombres y mujeres en relación con su comportamiento
en favor del medioambiente, existiendo una mayor tendencia por parte de las mujeres a
realizar comportamientos proambientales en función de sus roles y actitudes (Straughan
y Roberts, 1999; Stern et al., 1993). No obstante, los datos son poco claros a lo largo de
otros estudios que trabajan con distintos comportamientos, como ahorro energético, etc.
Do PaÇo y Raposo (2009), en su estudio sobre el perfil del consumir ecológico en
Portugal, realizado con una muestra de más de 887 cuestionarios autoadministrados,
señalan que el género no es significativo en el comportamiento ecológico de los
consumidores portugueses, pero, no obstante, y, a pesar de esta ausencia de
significatividad, los autores señalan que existen diferencias de género, dado que el
segmento que denominan “greener” aglutina a un mayor número de mujeres. Lee (2009),
en su estudio realizado en Hong Kong entre 6.010 escolares, señala que hay diferencias
de género en los comportamientos de compra de los jóvenes. El estudio, entre otros