Salvaguardia: Una herramienta para la conservación del Patrimonio Inmaterial
Maricela Pulloquinga, Evelin Chimborazo, Magaly Toapanta
Kalpana no. 21. (diciembre -2021) (pp.70-97)
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comer, va a un determinado lugar con cierta expectativa y si realmente logra satisfacer ese
agente motivador, su expectativa fue superada y repite la experiencia” (p. 35). Consecuencia de
ello, un motivo de consumo no solo es un factor de estudio psicológico, sino que, también tiene
una fuerte importancia en el ámbito empresarial, del marketing y la publicidad (Kotler y Keller,
2012). Memoria y conocimiento: como primer punto, la memoria de un consumidor es la
persistencia del aprendizaje en el tiempo al momento de almacenar o recuperar información de
manera consciente o inconsciente (Hoyer et al., 2015), la cual está relacionada con el
conocimiento sobre la información que se ha aprendido y almacenado en la memoria acerca de
las marcas, empresas, personas, productos o servicios (Schiffman y Lazar, 2010; González et
al., 2011). Por otro lado, la memoria sensorial también será la encargada de almacenar las
distintas entradas que se perciban a través de los sentidos. A nivel culinario, la percepción
sensorial permitirá traducir las preferencias de aceptabilidad sobre los gustos o desagrados, con
lo que se corrigen posibles errores o potencian ciertas propiedades organolépticas que
favorecerán a futuras preparaciones gastronómicas (Salazar, 2019). Bajo estos dos esquemas,
la memoria y el conocimiento influirán, en mayor medida, la evaluación que el cliente realice
sobre los productos gastronómicos que haya consumido o comprado con anterioridad al
reconocer y recordar qué, cuánto, dónde y cómo comprar a futuro. Esto fomentará el valor
sobre: el aprendizaje (González et al., 2011), la experiencia de compra (Santos, 2019), la
asociación (Siabato y Duque, 2014), la calidad y la lealtad (Otero y Giraldo, 2019).
Lamentablemente, si las empresas no generan un posicionamiento que consiga que una marca,
producto o servicio ocupe un lugar distintivo, relativo a la competencia, en la mente del
consumidor, perderá la posibilidad de genera ventas en el futuro.
Aceptaciones al cambio: con la llegada de la globalización, la tecnología cada vez
avanza a una velocidad inimaginable para los empresarios y consumidores, lo que dificulta
seguir su ritmo y adaptarse a los nuevos procesos y sistemas que rige a la sociedad (Bauman,
2013). Por otra parte, quienes, sí están a la vanguardia, buscan, con ayuda de las nuevas
tendencias, satisfacer las necesidades de una forma más eficiente y ser más proactivos al
momento de producir y distribuir una oferta gastronómica para el desarrollo organizacional
(Escudero et al., 2014). Medir el grado de aceptación del mercado, será una tarea constante por
parte del sector de alimentos y bebidas, no solo al momento de usar algún medio de
comunicación o distribución, sino también al implementar los diversos cambios que puedan
generarse al momento de pedir, preparar y distribuir un plato culinario tradicional y transformar
su estructura y sabor en algo nuevo o contemporáneo (Zakharova, 2020; Chiroque et al., 2020).
Es aquí, donde ciertas organizaciones, tratan de poner una barrera a la modernidad, y así
disminuir un posible impacto o rechazo por parte del cliente final que pueden afectar las ventas
(Escudero et al., 2014). Hay que considerar, que, durante esta crisis, una persona identifica
nuevas alternativas, en cuanto a producto o servicio sustitutos, para cubrir necesidades
prioritarias (Casco, 2020), por lo que las empresas que no se adapten al cambio pueden ser
susceptibles de ser ignoradas a futuro sobre un elemento más innovador.
Percepciones: de acuerdo con Hoyer et al. (2015), la percepción se interpreta como un
proceso para determinar las propiedades del estímulo, que se desarrolla por medio de la visión,
oído, gusto, olfato y tacto, como componente indispensable para la construcción de la memoria