Introducción
Las islas Galápagos se han constituido en un atractivo para el desarrollo de diferentes
investigaciones a lo largo de los años. La vida insular constantemente ha sido de gran interés
para biólogos, zoólogos, botánicos, ecólogos, geólogos, entre otros. Esta trascendencia radica
en que este archipiélago ha mostrado una evolución biológica diferente a otros lugares;
habiéndose generado allí varias especies endémicas. Los diferentes procesos por los que han
atravesado la flora y fauna insulares son puntos clave para entender el desarrollo de la evolución
biológica en el tiempo y el espacio; por ejemplo, los procesos ecológicos per se en islas
oceánicas (Yánez, 2011; Galárraga & Yánez, 2018).
El Archipiélago de Galápagos se desarrolló sin ningún tipo de contacto con el continente, esto
ha constituido un factor esencial para que en estas islas se puedan realizar estudios sobre el
resultado de la dinámica de los fenómenos de dispersión y colonización de nuevos ambientes y
a la vez de distintos modelos de especiación, pudiendo citar en este sentido como punto de
partida los clásicos e inigualables estudios de Darwin (1845) y Wallace (1881). Asimismo, se
ha podido notar que la vasta diversidad de ambientes y condiciones de aislamiento que se
generaron en las Galápagos ha propiciado un desarrollo notable de eventos de radiación
adaptativa y especiación relativamente rápida, principalmente por deriva génica (Grant, 1981;
Gillespie et al., 1994; Shaw, 1996).
Cabe mencionar que esta región insular se formó mediante activos procesos volcánicos en
dorsales oceánicas hace aproximadamente 3 millones de años; está situada en la zona tropical
del océano Pacífico, a unos 1000 km al oeste de la costa del Ecuador continental, rodeada de
varias corrientes oceánicas: El Niño, Cromwell, Surecuatorial, de Panamá y de Humboldt
(Yánez 2011). El Archipiélago está conformado por 19 islas entre grandes, medianas y
pequeñas, y 42 islotes completamente deshabitados.
La historia biológica de estas islas es distinta y curiosa, ya que, al desarrollarse en un ambiente
sin contacto con ningún tipo de masa continental, tuvieron que iniciar y avanzar por sí solas,
comenzando con paisajes absolutamente estériles (Yánez, 2011). Las especies de animales y
plantas que llegaron a las islas tuvieron que desarrollar diferentes adaptaciones para poder
sobrevivir y quedarse; la biodiversidad que posee Galápagos, por tanto, es desarmónica, debido
a que los diferentes taxones de animales y plantas que se encuentran allí son generalmente
distintos de los continentales (Lanteri, 2001).
Todas las especies que llegaron en forma natural, y han permanecido hasta la actualidad en las
Islas Galápagos, tuvieron que mostrar características anatómicas o fisiológicas de mayor aptitud
para tener éxito; las primeras en llegar seguramente sortearon varios factores selectivos, como
por ejemplo el hecho de llegar a un lugar desconocido y no tener más especies biológicas en él;
y simultáneamente formar un núcleo exitoso de una población colonizadora. Es por eso que las
especies que sobrevivieron y han perdurado hasta la actualidad debieron haber tenido una
llegada y establecimiento exitosos; entre ellas algunas especies relevantes de vertebrados que